En tus planes no puede faltar una de las visitas obligadas: Los Lagos, La Basílica y la Cueva de Covadonga, donde dice la historia que D. Pelayo (primer rey de Asturias), buscó cobijo para protegerse de la invasión de los musulmanes.
Por ello, posteriormente y por orden del rey Alfonso I, se construyó en la gruta en la que se refugió, una pequeña capilla dedicada a la Virgen María para conmemorar la victoria de don Pelayo ante los invasores. Con el paso de los años, se ha convertido en un santuario digno de contemplar, por el que pasan multitud de visitantes de todas partes del mundo para rendirle culto a La Virgen de Covadonga (más conocida como La Santina), una maravilla escondida en plena montaña y en un entorno impresionante.
El paisaje, si además te animas a subir a Los Lagos, no te decepcionará en ninguna estación. En invierno, se forma una gran pista de hielo natural, al estar todo cubierto de nieve. En verano, podrás ver el contraste de colores: el azul del cielo que hace más verde, si cabe, el manto que cubre el suelo, salpicado además con una gran cantidad de decorativas piedras.